14.8.13

Ha sido el hambre

Hermano, ha sido la mañana inhabitada:
quién nos dijo que sin desayunos reventaríamos
con voluntad cada pie de vergel?
Habitamos sobre la tierra seca y furiosa,
Dichin hastiin se rompe los dientes riéndose de nosotros.
Hermano, hemos hecho caldo en nuestras manos,
bebimos nuestro mismo hueso, yo el tuyo, tú el mío,
en mediodía lacerado por las agujas del tictac errante.
Querido, apaleado mío, hermano,
me hubiese convertido en leche las lágrimas
para dártelas tibias en potes iracundos, cazuelas rojas:
hubiese hecho de pan mis dedos,
para no escribirte y cortarlos y delicadamente
servirlos sobre platos majestuosos que tu imaginación fundiera.

Pero veme aquí, con la espina abierta y los ojos de óxido,
tratando de decirte lo que no puede decirse:
y ya esto no es un poema, es un lamento

que el estómago recita en su guarida oscura.