Tu cuerpo será el que caiga.
Empezará a derribarse como un fanal que en los puertos se cede,
y los que fueron seguidores de tu rúbrica noctívaga empezarán a
alejarse,
insaciables bastimentos que no buscaban en ti la rompiente.
Tu cabeza empezará a vaciarse, como una estepa amordazada por el sol,
y los que fueron lobos en tu profundidad, morderán el barro,
arrastrarán sus hocicos hacia
fuera, y buscarán carne en los festivales.
Tus ojos señalarán la tierra, la marcarán con agujas, volviéndose
a las horas en que tus ojos eran la tierra, tus pestañas las raíces,
y se vaciarán en tus mismas ramas los mismos nidos que guardaban la
locura,
y ahora se secan de inapetencia.
Cuando caigas, creerás que aún eres perpetuo, porque en letras te dibuja
el ausente que no te buscó sino en recuerdos,
pero desconoces que en realidad mueres, mueres realmente,
y solo te aferras a los escombros que quedan,
mientras te siguen lapidando con la lealtad de una segadera,
mientras te siguen sofocando con signos hasta por el celo abandonados.
Tu cuerpo será el que caiga
y yo seré quien lo escriba.